Las Memorias de Mamá Blanca, fue escrita en Europa por Teresa de la Parra y publicada en 1929; es considerada un clásico de la literatura hispanoamericana, constituye la primera gran novela de evocación de la literatura venezolana.

En ella aborda el tema de la memoria, de la saga familiar, la exploración de la intimidad de la familia de Mamá Blanca, que es además un reflejo de la intimidad misma del venezolano

Las Memorias de Mamá Blanca 

La novela relata momentos importantes de su infancia, en especial sobre la relación con su familia. Se desarrolla; en la hacienda de su padre en la que existía un trapiche para fabricar papelón. Son éstas las memorias de una jovial anciana que cuenta sus travesuras infantiles.

Teresa de la Parra conoció casualmente a esa anciana, con la que no estaba ligada por ningún lazo de parentesco pero sí por misteriosas afinidades espirituales.

A lo largo de sus páginas, los ojos de Blanca Nieves van describiendo personajes emblemáticos de un país que experimentaba un profundo proceso de transformaciones políticas, sociales, culturales y económicas.

Entre los personajes están Evelyn, la estricta mulata traída de Trinidad, el Primo Juancho, el ilustrado europeísta y Vicente Cochocho, peón de hacienda, quien se expresaba con palabras propias del siglo XVI.

En «las memorias se revela una autora más madura que en Ifigenia, con un refinamiento de su proverbial ironía y más agudo sentido de observación y sobriedad».

Teresa de la Parra

Teresa de la Parra - Tarek William Saab - Memorias de mamá blanca

“A pesar que buena parte de su vida transcurrió en el extranjero, (Teresa de la Parra) supo expresar en su obra literaria el ambiente íntimo y familiar en la Venezuela de la época”, destaca Ediciones Dyskolo.

La escritora  y profesora de literatura venezolana, Velia Bosch, destacó que Las Memoriasfue la obra que, en la vida de su autora, “menos éxitos editoriales alcanzó y menos encarnizada polémica suscitó” (introducción a la edición de Colección Archivos, 1988).

Pero, frente a las interpretaciones tradicionales, exclusivamente autobiográficas (su niñez en la hacienda familiar) o centradas en un “testimonio aristocrático”, Velia Bosch señala que la novela fue –en cierto modo- “precursora en el arte de leer determinado mundo rural y aprehender su lengua aferrada a la realidad mágica de su geografía y sus seres”.

Otro punto valorado por la fallecida investigadora, poeta y ensayista son los aires nuevos que introduce Ana Teresa de la Parra Sanojo en la literatura venezolana: “El dominio de una prosa castellana con una ‘espumosa elegancia’ del francés; algunos rasgos propios de la reminiscencia proustiana y la ironía volteriana aclimatada por la lectura de Eça de Queiroz trasplantada en el tono de humor venezolano”.