“La poesía es el eco de la música del alma”, dijo Voltaire, y en la República Dominicana, este eco resuena más fuerte que nunca al celebrarse la Feria Internacional del Libro, Santo Domingo 2024. Este año, el evento rinde homenaje a uno de los pilares culturales de la nación, el poeta y gestor cultural Mateo Morrison.
Con una trayectoria de seis décadas dedicada a la literatura y la cultura dominicana, Morrison es una figura emblemática de la generación de escritores y poetas surgidos en medio de la posguerra y los difíciles años de gobierno de Balaguer. Este reconocimiento no solo celebra su obra poética, sino su contribución a una tradición literaria que ha perdurado a pesar de los obstáculos.
Inicios de una leyenda cultural
A la edad de veinte años, en 1967,el poeta Mateo Morrison ya se perfilaba como un mentor para jóvenes escritores de Santo Domingo, especialmente aquellos que vivían en la zona oriental, a “aquel lado del río”, como se decía entonces.
Fundó la agrupación cultural La Antorcha, que trascendió como un espacio de expresión para figuras como Alexis Gómez Rosa y Soledad Álvarez, entre otros. Esta agrupación fue vital para la Generación de Posguerra, un grupo de intelectuales que, a pesar de los tiempos oscuros, encontró en la literatura un refugio y una forma de resistencia.
Se recuerda a Morrison como alguien con un andar rápido y una mirada curiosa hacia el cielo, como si buscara en las nubes los versos para sus próximos poemas. Su vida siempre giró en torno a la literatura y el compromiso cultural, convirtiéndose en una fuente de inspiración para otros que, como él, encontraron en la poesía un medio para entender y enfrentar la realidad.
Encuentros clandestinos y lecturas prohibidas
A finales de los años 60, los jóvenes poetas de La Antorcha se reunían en los rincones más insospechados, incluyendo la casa de una mujer apodada “Única” en el sector Los Mina. Allí, entre paredes calurosas y en penumbra, debatían sobre literatura, filosofía y poesía, alejados de los temas políticos de la época para evitar la censura del gobierno. Aunque sus reuniones eran pacíficas, su inclinación hacia la literatura social los convertía en objeto de sospecha.
En 1980, en medio de un ambiente político tenso, tuvo el gesto de regalarme una colección de libros de Lenin. Para él, la preservación del conocimiento era esencial, especialmente cuando la represión amenazaba con destruir cualquier rastro de pensamiento alternativo. Años después, en un desafortunado evento, la colección fue quemada por mi familia, temerosa de las consecuencias que esos textos pudieran traer en tiempos tan volátiles.
De la resistencia cultural a la democratización
Con la llegada de los años 70, La Antorcha y otras agrupaciones literarias continuaron organizando encuentros, semanas de solidaridad y foros culturales, incluyendo actividades en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).
Durante esos años, Morrison también dirigió el suplemento cultural del periódico La Noticia, desde donde impulsa las ideas de libertad y solidaridad. Su influencia se extendía más allá de la poesía, abarcando un amplio activismo cultural que resistió la censura y se abrió paso hasta el final del régimen autoritario de Balaguer en 1978.
Para la generación de jóvenes de la época, leer autores prohibidos como Marx, Lenin o Ingenieros no era solo una actividad académica, sino un acto de resistencia. Es en este contexto que el poeta Mateo Morrison sobresale no solo como poeta, sino como líder, inspirando a toda una generación a través de la literatura y la cultura.
Un legado eterno
Con más de cincuenta años de carrera, Mateo Morrison ha dejado una huella profunda en la cultura dominicana. Su contribución al movimiento literario de posguerra y su persistencia como gestor cultural le han ganado el respeto y reconocimiento que hoy celebra la Feria Internacional del Libro. En la actualidad, Morrison continúa activo, dirigiendo la Fundación Espacios Culturales y publicando nuevas obras que siguen siendo referencia para el estudio de la literatura y la cultura dominicana.
Este homenaje es un merecido tributo a una vida dedicada a la poesía, a los libros y a la resistencia cultural. ¡Honor a quien honor merece!
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